LAS JARCHAS MOZÁRABES


1.       Definición
Las jarchas son los últimos versos de la última estrofa de la moaxaja o el zéjel, que son dos composiciones de origen árabe que se componían en Al-Andalus. Algunas de ellas están compuestas en dialecto mozárabe, y constituyen la primera muestra de lírica popular europea en lengua vulgar[1].  

2.     La moaxaja y el zéjel
La estrofa clásica de la poesía árabe es la qasida. Escrita en árabe culto, consta de un número variable de versos monorrimos. En Al-Andalus se desarrolló la “moaxaja”, que constaba de varias “estrofas [que] se intercalaban en dos series: una con rima común que recibía el nombre técnico árabe de qufl  y otras de rima diferente entre sí y respecto a los qufl, que reciben el nombre técnico árabe de gusn. Emilio García Gómez llama al primer tipo de estrofas «vueltas» y al segundo «mudanzas»  para hacer comprensible en nuestra lengua las características de la moaxaja. […] El poema termina siempre con una estrofa qufl, es decir, con las de rima común o «vueltas». Esta última estrofa se llama en árabe jarŷa (salida) o markaz (centro o estribo). ”[2]. Su rima sería aa bbbaa cccaa dddaa… El gusn se correspondería con las rimmas bbb ccc ddd, etc; y el qufl com la vuelta, es decir, aa- . El gusn se correspondería con las rimmas bbb ccc ddd, etc; y el qufl com la vuelta, es decir, aa-. La moaxaja pudo ser inventada por Muhammad ibn Mahmãd, el ciego de Cabra. En opinión de Mª Jesús Rubiera, "el poema inventado por el Ciego de Cabra no era todavía estrófico, no tenía mudanzas, sino que era aún un poema monorrimo creado a partir de la jarcha. La muwaššaha como tal, como un collar o cinturón con dos tipos de cuenta, no aparecerá hasta principios del siglo XI, con Ub~da Ibn M~’ al-Sam~’, que será quien idee el entrelazamiento en las estrofas".[3]


Ponemos un ejemplo de moaxaja, tomado de Mª Jesús Rubiera, con el texto traducido, modernizado y adaptado para imitar las rimas de las moaxajas. Al final se halla la jarcha.

Qufl
El amor juguetea con mi corazón            
que se queja y llora por la pasión.          
Gusn
¡Oh gentes! Mi corazón está prendado,
y es quien ansía amar, desconcertado;
le engaño y es mi llanto, el derramado.
Qufl
¿Quién te ha enseñado, ¡oh garzón!,   
a lanzar miradas que matan a un león?
Gusn
En noche oscura, luna llena,      
en rama granada, fruta plena,  
esbelta cintura y mejilla morena.
Qufl
Ven, amado mío, a la unión,
para la huida de mí, no hay razón.          
Gusn
Me contestó: mi mejilla es flor venenosa,
mis ojos desenvainan espada filosa.     
¡Cuidado, mi unión es peligrosa!            
Qufl
Quien desee atraparle, va a la perdición,
pero yo continúo detrás, con tesón.
Gusn
Mi corazón engañado se derrite de amor;
su amor entre tinieblas es puro resplandor;
prisionero entre sus manos está todo mi ardor;  
Markaz o Jarcha
No encuentro para la calma ninguna razón,
derramar lágrimas es mi único blasón.
                              

El zéjel es un tipo de moaxaja, pero escrito en árabe dialectal. Su invención se atribuye a Muqaddam ibn Muafá al Qabrí, poeta de Cabra (Córdoba)de los siglos IX-X,  y fue utilizada por los poetas arabigoandaluces, especialmente por Ibn Quzmán[4], poeta cordobés del siglo XII. No obstante, los inicios de la poesía estrófica araboandalusí han sido objeto de polémica y existen diversas hipótesis sobre su formación genética[5]. Tanto la moaxaja como el zéjel fueron usados también por poetas judíos, que compusieron sus obras en hebreo clásico y dialectal respectivamente.  

3.       Dificultad de las jarchas
Los estudiosos de las jarchas se enfrentan a una serie de problemas debido a ciertos problemas textuales. Destacamos los siguientes:


1.  1.   Las jarchas son textos aljamiados. Es decir, están escritos en dialecto mozárabe, pero con caracteres árabes o hebreos. Estas lenguas, en su nivel culto, rara vez emplean vocales, de ahí que al transcribirlas al alfabeto latino quede algo así como :

‘m’n ‘m’n y’lmlyh g’r
Brqy nw qrs y’llh mt’r

Después de insertar las vocales, obtendríamos:
Amánu, amánu, yä-l-malib; garre
¿Por qé qeres, ¡ya Al-lah! matar(e)?

Que en versión modernizada se interpreta como:
¡Piedad, piedad, oh, hermoso!; dime:
¿Por qué no quieres, ¡Oh, Dios!, matarme?

2.   El proceso de transmisión de las jarchas. Poseemos dos tipos de jarchas mozárabes, que se corresponderían respectivamente con las escritas en caracteres árabes y las que están en caracteres hebreos. “Las moaxajas árabes en que aparecen jarchas romances se encuentran, como es sabido, en dos obras manuscritas, una de Ibn Busra (que contiene 29 jarchas aunque alguna repetida) y otra de Ibn Jatib (con 14 jarchas, incluidas dos repetidas”[6]

      4.       Descubrimiento de las jarchas

Ya en 1894 Menéndez Pelayo había llamado la atención sobre determinados caracteres que se encontraban al final de algunas composiciones árabes y que resultaban indescifrables. En 1912, Julián Ribera sacó a la luz algunos textos árabes que probaban la existencia de elementos románicos en la poesía árabe. En un texto de Ibn Bassām de Santarén del siglo XII se dice que:

[Las moaxajas] son formas métricas que la gente de al-Andalus ha usado mucho; [su tema] es el del nasīb y el gazal y son difíciles de escuchar, guardadas en los bolsillos y en los corazones. El primero que hizo las formas métricas de las moaxajas e inventó sus reglas fue, según tengo entendido, Muhammed Ibn Mahmud, el ciego de Cabra, que los hacía sobre hemistiquios de los poemas [árabes], aunque la mayor parte de ellos eran metros descuidados e inusuales y tomaba una expresión en lengua vulgar o en lengua no-árabe que llamaba markaz y ponía sobre ella la moaxaja sin intercalación (tadmin), ni mudanzas (gusn).”[7]

 En 1948, el hebraísta de origen húngaro Samuel Miklos Stern publicó un artículo titulado “Les vers finaux en espagnol dans les muwassahs hispano-hébraïques. Une contribution à l'histoire du muwassah et à l'étude du vieux dialecte espagnol 'mozarabe' ”, en el que descifraba el lenguaje de las jarchas. Las jarchas incluidas en este artículo son de procedencia hebrea.
Ya en 1949, Dámaso Alonso llamó la atenció sobre el parecido de estos poemitas con las canciones de amigo galaico portuguesas. En ese mismo año, Stern publicó una nueva jarcha procedente de una moaxaja árabe, y nn 1952, Emilio García Gómez dio a conocer 24 jarchas romances procedentes también de moaxajas árabes.

5.      Jarchas árabes y jarchas romances

Hemos de tener presente que las jarchas romances son solo una mínima parte de total de las jarchas conservadas. Es decir, la mayoría se escribieron en lengua árabe, y solo conservamos un reducido número en dialecto mozárabe. Como afirma López Morillas, “La moaxaja y su jarcha forman para los árabes parte de su propio patrimonio artístico, y con más razón cuanto que las jarchas en árabe vulgar o clásico constituyen un noventa y cinco por ciento de todas las conocidas, formando así las romances sólo una pequeñísima proporción”. Además, existen diferencias notables entre ambas, que han sido examinadas detenidamente por Galmes de Fuentes[8]. Podemos citar dos grandes diferencias.

1.      En las jarchas escritas en árabe dialectal rara vez el sujeto lírico es una mujer. De hecho, en un texto de Ibn Rasiq del siglo XI leemos:

    “Entre los árabes es costumbre que sea el poeta quien galantee a las mujeres y se finja muerto de amor [por ellas], mientras que entre los no árabes es la costumbre que hagan a la mujer solicitar y desear con sus declaraciones [a su amante], diferencia que constituye un indicio de la noble condición de los árabes y del celo con que guardan a sus mujeres”. [9]


2.      Los temas tratados son distintos. Así, en las jarchas árabes aparecen con frecuencia temas típicos de la lírica universal como la identificación de la mujer con la luna, continuas alusiones a la flora y la fauna, u otras típicas de la poesía árabe como la comparación del talle de la mujer con la lanza o la penetración de la mirada con el sable. Todos estos motivos están ausentes en las jarchas mozárabes. 

6.       Temas de las jarchas mozárabes
“El adiós, la ausencia y el abandono son los temas principales de las cancioncillas mozárabes, que entona la muchacha amante, quien con frecuencia comunica su vacilación amorosa a la madre o a sus amigas o compañeras”[10]. Estos lamentos femeninos son comunes en otras líricas europeas, y su presencia se atestigua en los refrains franceses, los frauenlieder alemanes las canciones de doncella italianas. Sin embargo, hay diferencias entre ellas. Generalmente, el tema tratado en estas composiciones europeas es el de la malmaridada, esto es, unas composiciones en las que el marido castiga a su mujer después de que esta haya cometido adulterio[11]. Asimismo, la madre suele figurar como un personaje que reprende o castiga a su hija por su mal comportamiento. En cambio, en las jarchas el tema principal, como hemos dicho, es el de la ausencia del amado y la madre (a veces las hermanas o amigas) aparecen como confidente. De manera parecida, las cantigas de amigo galaico portuguesas y los villancicos castellanos desarrollarán el tema del amor femenino de manera parecida a las jarchas, por lo que podemos suponer que este desarrollo es autóctono de la Península Ibérica. 
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Como ejemplo de la ausencia del amado, podemos citar una de las jarchas más conocidas:

Vaise miei corachón de mib                                       Se va mi corazón de mí.
¡Ya Rabb! ¿si se me tornarad?                                  ¡Ay, Señor! ¿acaso se volverá?
Tan mal me duóled li-l-habib,                                   Tanto me duele por el amigo
Enfermo yed, ¿cuánd sanarad?                                  Enfermo está: ¿cuándo sanará?[12]

Otro tema recurrente es la queja de amor, como se muestra en la siguiente jarcha:

¿Ki tuelle-me ma alma?                                               ¿Quién me quita mi alma?
¿Ki quere ya ma alma?                                                 ¿Quién quiere mi alma?

También los celos están presentes en las jarchas:

As-Sabah buono, garr-me: ¿d’on venes?    As-Sabah, hermoso, dime: ¿de dónde vienes?
Ya lo se qu’autri amas,                                Ya lo sé que amas a otra
A mibi tú no queres.                                     A mí tú no me quieres.

Un motivo que ya hemos citado: la madre como confidente de los amores de la joven:

¿Qué faré, mamma?                                                    ¿Qué haré, madre?
Mieo-l-habib est’ad yana                                            Mi amigo está en la puerta.

En otras ocasiones, las confidentes son las hermanas o amigas:

Garrid vos, ¡ay yermanellas!                                     Decid vosotras, ¡ay, hermanillas!
¿Cómo contener a m(i)eo male?                              ¿Cómo contener mi mal?
... 

6.       El origen de las jarchas

Uno de los aspectos más discutidos de las jarchas es el origen de las jarchas. Algunos filólogos opinan que las jarchas fueron composiciones independientes y tradicionales que se incorporaron al final de las moaxajas o zéjeles. Desde este punto de vista, las jarchas serían incluso más antiguas que las primeras moaxajas, y habrían existido de manera latente, es decir, sin dejar huella escrita hasta ser recogida en aquellas otras composiciones. Sin embargo, no todos los estudiosos están de acuerdo con esta hipótesis. Según Galmés de Fuentes, podemos distinguir tres tesis al respecto:

1.   La ya citada, es decir, que las jarchas eran composiciones independientes que se añadieron a las jarchas.
2.  Los autores de las moaxajas son los mismos que los autores de las jarchas.
3.  Los autores de las moaxajas son los mismos que los de las jarchas, pero se basan en composiciones romances preexistentes.

7.       Las jarchas y la poesía tradicional

En el siglo XIX se promovió el concepto de “poesía popular”, una teoría que explicaba el surgimiento de la lírica primitiva como una creación espontánea del pueblo. Frente a esta teoría romántica que ensalzaba el genio del pueblo creador, Menéndez Pidal construyó su tesis neotradicionalista. La esencia del neotradicionalismo consiste en considerar que la lírica primitiva (tanto la épica como los romances y la denominada lírica tradicional) vivía en el pueblo a través de variantes. Es decir, existe un autor que compone una obra, esta pasa al pueblo y la hace suya cantándola y transmitiéndola con modificaciones Estas obras se transmiten oralmente, por eso dirá Pidal que la lírica española vivió durante siglos en estado “latente”, es decir, sin dejar huella escrita de su existencia. . El descubrimiento de las jarchas vino a confirmar esta intuición pidaliana : había existido con anterioridad al siglo XV una lírica que estaba conectada temáticamente con la lírica galaico-portuguesa y con los villancicos. Pidal siempre pensó que las jarchas eran absolutamente romances y puramente castellanas. Investigaciones posteriores habrían de matizar las posturas del investigador español.

8.       La lengua de las jarchas

Hasta el momento, hemos dado por seguro que las jarchas estaban escritas en dialecto mozárabe. De hecho, esa fue la postura mayoritaria de los investigadores, sostenida por Menéndez Pidal, que siempre se negó a aceptar ninguna presencia extramozárabe en estos poemillas. Sin embargo, a partir de la década siguiente, algunos hispanistas como Robert Hitchcock comenzaron a poner en duda la lengua de las jarchas. Afirmaron que la reconstrucción que se había hecha de las jarchas al trasladarlas a la lengua romance era muy insegura, y que muchas de esas palabras podrían no ser mozárabes sino pertenecer al árabe dialectal. De hecho, en las jarchas se cuelan un gran número de arabismos como “habibi”, “çidi”, etc.
Algunos estudios tempranos también a percibieron rasgos no exclusivamente castellanos en las jarchas. Así, Corominas detectó la presencia de galleguismos en estas composiciones[13], y años después Rafael Lapesa[14] reveló algunos galicismos y provenzalismos. Estos rasgos llevaron a Mª Jesús Rubiera[15] sostener la hipótesis de que las jarchas serían cantadas por esclavas procedentes de Galicia, de Cataluña y especialmente de Languedoc.



NOTAS
[1] Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Marchese y Forradellas. Barcelona. Ed. Ariel. 5ª ed. 1997.
[2] Literatura hispanoárabe. Mª Jesús Rubiera Mata. Universidad de Alicante. Servicio de Publicaciones. 2004.
[3] Mª Jesús Rubiera. Op. cit. Cito por “María Jesús Rubiera y sus estudios sobre los orígenes de las jarchas romances”. Luis F. Bernabé. Ponssharq Al-Andalus, 10-11 (1993-1994). Homenaje a Mª Jesús Rubiera Mata
[4] Marchese y Forradella. Op. cit.
[5] “Textos andalusíes de casidas dialectales”. Fracisco Corriente, AM, 4, 1996.
[6] Las jarchas mozárabes. Álvaro Galmés de Fuentes. Madrid. Ed. Crítica. 1994.
[7] Cito por Mª Jesús Rubiera.
[8] Galmés de Fuentes, op. cit.
[9] Traducción de Emilio García Gómez. “El escándalo de las jarchas en Oxford”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXVIII (1991), p.9.
[10] Gamés de Fuentes, op. cit.
[11] "La malmaridada. El goce en la imposición". José Carlos Terradas. Vol. 3, N° 1 (Nueva Serie), 2003: 105-120
[12] Cito por Galmés de Fuentes
[13] “Para la interpretación de las jarías recién halladas (ms. G. S. Colin)”, J. Corominas, Al-Andalus, 18
(1953):140-148, 141.
[14] “Sobre el texto y lenguaje de algunas jarchas romances”, Rafael Lapesa, Boletín de la Real Academia Española, 40 (1960):53-65.
[15] “Una nueva hipótesis sobre la lengua de las jarchas a partir de las investigaciones de Rafael Lapesa”, María Jesús Rubiera, Homenaje al Profesor Lapesa, Murcia, 1990, p. 230. Lapesa, Murcia, 1990, p. 230.

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